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Virus de plantas

Virus de plantas Síntomas y transmisión

Los virus de plantas son patógenos que, a diferencia de otras plagas, no podemos observar a simple vista. No todas las especies vegetales son susceptibles de ser infectadas por los mismos virus, y un mismo virus puede

infectar a varias especies vegetales distintas.

 

 

No siempre una planta infectada por uno o varios virus muestra síntomas, ya que la aparición de estos depende de varios factores como, por ejemplo, la especie y variedad de la planta infectada, el tipo y raza del virus que la infecta, el momento de la infección o la condiciones ambientales.

Generalmente, las plantas que muestran síntomas de infección se caracterizan por una menor producción, crecimiento lento, aparición de manchas

cloróticas o necrosis, entre otros. Cuando un virus penetra en la planta, se producen en primer lugar una serie de síntomas locales, generalmente

en forma de necrosis de las células que rodean la herida por la que ha penetrado. Después aparecerán los síntomas sistémicos que son los que se mostrarán en otras partes de la planta. Además, cada virus produce en cada especie vegetal un tipo de lesiones o síntomas característicos que son

los que en muchas ocasiones dan nombre al virus. Por ejemplo, el virus del mosaico del tabaco (TMV) se caracteriza por que las plantas infectadas

presentan manchas en las hojas en forma de mosaico. Otros síntomas son hojas curvadas hacia abajo (lo que se conoce como epinastia), hojas variegadas, hojas con foliolos muy finos, enrollamiento o necrosis.

En el caso de virus de plantas, estos penetran siempre a través de heridas provocadas en sus tejidos bien sea a través de medios mecánicos (por

ejemplo por rozamiento) o por la acción de vectores (insectos y hongos) que provocan dichas heridas cuando parasitan la planta. Un virus no tiene porqué necesariamente extenderse a todas las partes de la planta, pudiendo localizarse en partes bajas, solo en las hojas, etc. Además, hay que tener en cuenta que algunos pueden transmitirse a la semilla. Los

únicos tejidos que no son infectados son las zonas meristemáticas (células en constante división). Gracias a esta característica, podemos sanear una

planta infectada mediante el cultivo in vitro de estos tejidos meristemáticos libres del virus.

 

 

Cuando un virus penetra en una planta, se desprende de su capa protectora y comienza a producir proteínas víricas que, junto con algunas producidas por el huésped, son las que hacen que comience a replicarse. También produce, ciertas proteínas del movimiento lo que le ayuda a distribuirse de forma sistémica a otras partes de la planta.

TRANSMISIÓN DE VIRUS DE PLANTAS

La forma más común de transmisión es a través de vectores como insectos (especialmente pulgones y moscas blancas), hongos y nematodos, por lo que es fundamental prevenir el ataque de estas plagas ya que, una vez hayan transmitido el virus a nuestro cultivo, no hay solución posible.

Sin embargo, existen otras vías de transmisión importantes y que debemos controlar.

Los virus también pueden transmitirse por reproducción vegetativa. Por ejemplo, los esquejes que saquemos de una planta infectada también

contendrán el virus. Lo mismo ocurre si injertamos una planta infectada o, en el caso de plantas con tubérculos como por ejemplo la patata, plantamos

dichos tubérculos infectados.

Algunas plantas parásitas, como la cuscuta, también pueden transmitir virus a través de las heridas que provocan a la planta huésped.

Solo unos pocos virus son capaces de infectar a las semillas, sin embargo, es la vía de transmisión que primero debemos controlar, ya que aquella

planta procedente de una semilla infectada constituye el primer inóculo que probablemente acabe infectando al resto del cultivo. En ocasiones, la infección por semilla no se debe a que el embrión contenga el virus sino a que este se encuentre en la cubierta de la semilla, por ejemplo, en los restos de

la planta de la que procede dicha semilla y que se encuentran adheridos a

su superficie. Cuando se produce la germinación la raíz entra en contacto con dichos restos infectados y, por rozamiento (es decir, de forma mecánica),

se puede provocar la infección. En aquellas especies con riesgo a que sus semillas puedan contener virus en su cubierta, se aplican tratamientos

para eliminarlos como por ejemplo la termoterapia (80ºC durante 24 horas en calor seco) o mediante tratamiento químico (por ejemplo, vertiendo a

las semillas una disolución de ácido clorhídrico al 2-4%). El tratamiento a aplicar dependerá de la especie vegetal a cultivar ya que no todas las semillas soportan el mismo tratamiento. Un ejemplo de virus transmitido por semilla es el virus del mosaico de la alfalfa (AMV) o el virus de la mancha

anular del tabaco (TRSV).

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